Durante muchos años, Asdrúbal y Segundo habitaron y combatieron en las espesas selvas del suroccidente colombiano mientras militaban en el grupo guerrillero FARC en su guerra contra el Estado.  

Hoy en día, en las selvas del Meta y del Nariño, Asdrúbal y Segundo transforman el cacao en barras de chocolate gourmet para generar ingresos sostenibles para sus comunidades, y curar las heridas del pasado, mientras Colombia busca a reconstruirse a partir del Acuerdo de Paz de 2016 que puso fin a cinco décadas de conflicto que ha dejado a más de 260,000 muertos.

Bajo la marca Manigua de Paz, el proyecto emplea a casi 100 excombatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) organizados en dos cooperativas de cacao que van en crecimiento. Meta y Nariño son dos de las regiones más vulnerables en Colombia y siguen siendo territorios peligrosos con la presencia de varios grupos armados.

«Las manos de los exguerrilleros no están hechas sólo para usar armas sino para apostarle a algo muy especial como el cacao que para nosotros es amor, vida y paz», afirma Segundo, miembro de la cooperativa Nueva Esperanza del Pacífico, de la ciudad costera de Tumaco.

«Y eso nos da la capacidad de poder generar empleo en el futuro para las comunidades y dejarles un legado a nuestros hijos».

Las cooperativas gestionan cada paso del proceso, desde el cultivo del cacao hasta la supervisión de la producción de cuatro variedades de chocolates con cacao al 70%.  El empaque también fue diseñado por las comunidades, con imágenes y colores que representan su cultura y su entorno.

«Ayer, estábamos en una vía militar y hoy surgió una vida totalmente democrática», señala Asdrúbal, miembro de la cooperativa Judío Errante del Meta. «Dejamos los fusiles y estamos pensando en cosas diferentes, como buscar una forma de vivir con dignidad y económicamente sostenible».

Este negocio del grano a la barra (“Bean to bar”) incubado por el Centro para el Diálogo Humanitario (Centre for Humanitarian Dialogue, HD) y la Iniciativa Dividendos para la Paz (Peace Dividend Initiative, PDI) desde 2020, tiene grandes ambiciones para su chocolate orgánico.

Las barras de chocolate ya se venden directamente por medio de las cooperativas, pero Manigua de Paz espera empezar su expansión a la venta a minoristas en Colombia este año y alcanzar un mercado potencial de 52 millones de habitantes y 4 millones de turistas que visitan el país cada año.

También contempla las ventas en línea y la posibilidad de llegar al mercado europeo.

«Desde sus humildes orígenes, Manigua de Paz es un ejemplo claro y esperanzador del éxito que se puede alcanzar aprovechando las fuerzas del mercado en un contexto aún muy frágil en Colombia», asegura Judyta Wasowska, directora regional de HD para América Latina y presidenta de la junta de PDI.

«El proyecto ayuda a vincular la promesa de paz con fuentes de ingresos sostenibles, y a través de un diálogo económico alrededor de oportunidades reales de cooperación y desarrollo promueve la confianza entre las comunidades para que puedan dejar atrás tantos años de conflicto».

Además de los dividendos económicos, el proyecto pretende cambiar la percepción negativa alrededor de los excombatientes de las FARC, minimizar el riesgo de que retomen las armas y, al mejorar la inversión en la región, transformar la narrativa alrededor de Colombia y sus conflictos.

«La creación de un negocio viable en el Meta y en Tumaco es el testimonio de los riesgos que han tomado las comunidades y del arduo trabajo que han hecho a lo largo de este ejercicio», afirma Liam Foran, director ejecutivo de PDI.

«Así como Manigua de Paz agrega valor con la elaboración de una barra de chocolate lista para el consumo a partir del cacao, también promueve, a través de su narrativa, el avance hacia soluciones económicas sostenibles y éticas que apoyen la consolidación de una paz duradera para Colombia. Junto con nuestros aliados en el área de la mediación, este exitoso proyecto nos brinda la confianza para ampliar nuestro innovador enfoque a otras áreas del país».